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Nom: | Eva |
La meva experiència*: | Me llamo Eva y tengo 21 años. Empecé con este infierno a los 15, aunque ya antes había estado preocupada por el físico. Supongo que eso era algo que llevaba por dentro, y que de alguna manera terminaría saliendo. Después de trabajarlo mucho sé que esta enfermedad no es un capricho ni sólo una obsesión por el cuerpo, sino que es también una forma de canalizar todo lo que nos pasa, una forma de desahogo, de evitar los problemas, de refugiarnos en nosotros mismos. Pueden ser muchos los desencadenantes que te lleven a esto, en mi caso fue un cúmulo de cosas, entre la relación que no tenía con mi padre, un desengaño con un chico y la que era mi mejor amiga, la dependencia que me había creado con mi madre... Empecé a vomitar después de cada comida; me hacía sentir bien, aunque me avergonzaba a mí misma. Mientras el resto de cosas podía ir mal, yo tenía algo que podía controlar, que nadie sabía y que me hacía evadirme de todo. Dejando de comer o vomitando después de hacerlo me sentía hasta especial, aunque suene descabellado. Con el paso de los años intenté (sin muchas ganas, todo hay que decirlo) ponerme en tratamiento. Fui a varios sitios, pero no me servía para nada. Mi vida cada vez estaba más rota, y yo seguía en medio de todo. A los 18 me fui de casa, no me hablaba con mi madre, acababa de retomar la relación con mi padre después de 6 años, cambié de amigos, de novio... Pero nada me hacía estar bien, sentía que sólo tenía a la enfermedad, y que, de alguna manera, con ella nunca estaba sola. Obviamente todo era cada vez más difícil. Cuando algo así te limita para todo te vas encerrando en ti misma, te cambia el humor, no te apetece estar con nadie, todo te parece mal, y discutes hasta con la pared, hasta que te das cuenta de que te has quedado sola porque ni siquiera tú te soportas. Durante el último año bajé mucho más de peso, ya era algo demasiado evidente. El problema es que cuando alguien sufre bulimia, aparentemente todo está bien, el peso no varía tanto. Pero cuando me dije a mí misma que me había cansado de vomitar, y dejé de comer, se encendió una luz. Mi madre vio que las cosas no habían cambiado, que yo lo había estado llevando en secreto todos esos años. Intenté un tratamiento ambulatorio con una psicóloga, pero cuando tienes la misma idea durante muchos años es muy difícil hacerlo sola, y después de 5 meses ingresé en un centro especializado en Trastornos Alimentarios. A día de hoy sigo ingresada, llevo allí casi cuatro meses, y estoy recuperando la sonrisa. Ya no veo las cosas blancas o negras, ahora también hay gris. Estoy aprendiendo a enfrentarme a las cosas sola, a decidir, a relacionarme, y a frustrarme sin pagarlo con la comida. Estoy recuperando a mi familia, a mis amigos, a mi pareja... Estoy recuperando mi vida. Sé que ésto es sólo el comienzo de un camino muy duro, porque algo así no desaparece de la noche a la mañana, pero sé que aunque recaiga me volveré a levantar. Me gustaría animar a todo el mundo que esté pasando por esto a que lo intente. Sé que es duro y que asusta, pero merece la pena. Yo también pensaba que nunca podría pensar de otra manera, que eran muchos años con las mismas ideas, y que yo estaba hecha para vivir así, que era como mi forma de vida. Y ahora me alegro al ver que YO PUEDO, que SOY FUERTE, y que tengo el apoyo de toda mi familia para seguir adelante. Somos más que una imagen :) |
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